Opera Rara, aunque preferentemente volcada hacia el repertorio italiano de la primera mitad del XIX (al que pronto incorporará su primer Bellini, La straniera), ha cultivado desde sus comienzos, aunque en menor proporción, el interés por un repertorio francés cronológicamente algo posterior: si Offenbach y Meyerbeer (Dinorah) han suministrado varios títulos a su catálogo, en la serie Il salotto figuran pequeñas óperas de cámara (Cendrillon de Viardot y La laitière de Trianon, anunciada para fin de año). Yendo un paso más allá en esta línea tan querida a los desaparecidos fundadores del sello Don White y Patric Schmid, el último lanzamiento de OR repara en un autor, Ambroise Thomas, de cuya veintena de óperas apenas si hoy se recuerda un par, Mignon y Hamlet, y fundamentalmente gracias al disco (en el Liceu se representó no hace mucho la segunda con caracteres de auténtica resurrección).
Muy activo en la primera parte de su carrera con obras de desigual fortuna, entre las que sobresalió Le caïd, la labor creativa de Thomas se detuvo a la caída del Segundo Imperio. Nombrado director del Conservatorio en 1871 a la muerte de Auber, su producción para el teatro se redujo a una Françoise de Rimini en 1882, pronto retirada del cartel del Palais Garnier. Su género favorito, no obstante, fue la opéra comique, al que se adscriben las cuatro quintas partes de su producción. Por ello resulta del mayor interés a la hora de saciar nuestro afán de conocimiento de nuevos repertorios el que la opción del sello inglés haya recaído en una pieza tan representativa del género que surtía la Salle Favart a mediados del XIX para solaz de públicos burgueses en busca de espectáculos ligeros y edificantes. Y, en efecto, tal es el argumento de La cour de Célimène (1855), en el que una atractiva viuda, cuyo nombre calca el de la coqueta protagonista de Le misanthrope de Molière, vive cortejada por una docena de enamorados de todas las edades (sopranos, tenores y bajos a partes iguales), más dos pretendientes protagonistas que rivalizan en una serie de peripecias banales antes de llegar al consabido happy end con un doble enlace (siempre habrá una segunda dama disponible).
Si el argumento apenas puede ser más simple y el texto más convencional, dentro de la pulcritud habitual en los libretos franceses del género, la peripecia es rescatada del tedio por el extraordinario oficio de Thomas quien, inspirándose tanto en los modelos de la opéra comique de Boieldieu y Auber como en los la ópera italiana absorbidos durante sus años de pensionado en Roma (1832-1835), sin olvidar a Meyerbeer, construye una partitura de impecable factura, viva, melódicamente rica en temas atractivos, brillantemente orquestada (baste escuchar los elegantes contrapuntos de maderas y chelos en la obertura), con una frecuente intervención del pequeño coro mixto de pretendientes, en la que los tutti se alternan ágilmente con arias y ensembles (dúos, tríos, cuarteto), y en el que la protagonista -que en el estreno fuera Marie Caroline Miolan-Carvalho, la primera Margarita en el Fausto de Gounod- tiene enormes oportunidades de lucimiento en una escritura virtuosística, vocalmente endiablada.
Como de costumbre, los mimbres con los que Opera Rara trenza el lanzamiento de esta novedad son generosamente adecuados a la voluntad de hacer resaltar tales cualidades. Una orquesta, nada menos que la Philharmonia, bajo la dinámica batuta de Andrew Litton, el Geoffrey Mitchell Choir, aquí de dimensiones camerísticas, y un idóneo plantel de solistas, algunos ya habituales del sello: la fulgurante Laura Claycomb, que ya nos deslumbrara en la reciente antología offenbachiana, Joan Rodgers como excelente seconda donna, con el joven tenor Sébastien Droy y el veterano bajo Alastair Miles en los dos rivales. Los breves diálogos son dichos en un perfecto francés, y todo en la nueva entrega de OR -música, interpretación, documentación, ilustraciones- concurre a hacernos evocar durante poco más dehora y media el mundo lejano y placentero del París del Segundo Imperio, en la primavera de 1855: unas semanas más tarde Verdi estrenaría en la Ópera Les Vêpres siciliennes; unos días aún, y Offenbach iba a comenzar su andadura en los Bouffes-Parisiens…
Santiago Salaverri

 

Laura Claycomb (La Comtesse)

Alastair Miles (Le Commandeur de Beaupré)

Joan Rodgers (La Baronne)

Sébastien Droy (Le Chevalier de Mérac)

Geoffrey Mitchell Choir

Philharmonia Orchestra

Direction Andrew Litton

La Cour de Célimène, opéra en deux actes

Livret de Joseph-Bernard Rosier

Première représentation à l’Opéra comique le 11 avril 1855

Référence : ORC37 – 0792938003726 – 2 CD Box : 53:11 – 42:36 – DDD – Enregistré aux Studios Abbey Road à Londres en juillet 2007 – Livret en anglais, français, italien et allemand